La acumulación de objetos. El registro vivaz de flores, frutas, ríos, el mar. Los primeros planos de rostros humanos que observa con cariño. El coleccionismo de todo aquello que rodea a Elena Duque y que ella muestra con ternura, puede interpretarse como la pulsión por capturar un itinerario de vida leve, etérea, que utiliza recursos de la animación cuadro a cuadro y disparos de la cámara en microsegundos para desafiar la idea de la imagen en movimiento y acercarse, con alma fanzinera, al collage audiovisual. Este es el registro material y concreto de la memoria visual, ordenada, dinámica y fragmentaria de una mujer resplandeciente.
¿Pueden los adultos revisitar sus experiencias de la infancia sin perder la inocencia con la que las vivieron? Aunque seguramente la mayoría de nosotros respondería con un no rotundo, los Kokurugas de Choche Hurtado nos demuestran que sí se puede. Como si de un cómic en movimiento se tratara, estas pequeñas joyas animadas se valen de una estética sencilla, una paleta de tonos generalmente cálidos y una voz en off en japonés —aparentemente inventado—, para narrar con un fino sentido del humor y un encantador aire melancólico las vivencias cotidianas que, de un modo u otro, han marcado la vida de sus protagonistas.
Desde su primera edición Los trabajos y las noches ha propiciado el encuentro entre artistas riojanos y cineastas de otras partes de España. En esta ocasión el diálogo girará alrededor de un género que cada año demuestra su vitalidad y libertad creativa: el cine de animación. Tanto en el caso de Elena Duque como en el del realizador riojano Choche Hurtado nos referimos a un cine lúdico aunque para nada infantil. Usando técnicas distintas, en sus obras hallamos elementos en común como el desenfado, el espíritu aventurero y acaso cierta nostalgia de un mundo perdido. El trazo colorido y ameno también. Y, desde luego, el humor, más juguetón en el caso de Duque, más oscuro en el caso de Hurtado, acaso porque los guiones de sus Kokurugas los firma la brillante y aguda escritora Sabina Urraca. Una sesión resplandeciente para cerrar esta edición.
